13 de septiembre de 2011

UNA REACCION DEFENSIVA: EL ESTRES

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Una de las grandes enfermedades de nuestra sociedad y nuestro tiempo es el estrés. Está asociado a diversas patologías como dispepsias, es decir, problemas de movilidad, sensibilidad o secreción del aparato digestivo en concreto del estómago y del intestino; gastritis, ansiedad, insomnio, depresión, agresividad, neurosis de angustia, trastornos sexuales, hipertensión arterial, infarto de miocardio y trombosis cerebral. 

En realidad, la respuesta de nuestro cuerpo ante un agente estresante, es una respuesta defensiva ante la situación considerada peligrosa. Es la respuesta que nos prepara para afrontar un peligro, ya que todos los mecanismos que se ponen en marcha ayudan a la lucha o huida del peligro que se presenta, prepara al organismo para la acción. 

Así pues este conjunto de respuestas orgánicas, en momentos de peligro real es altamente positiva. El problema llega y surge lo que hemos llamado estrés cuando la situación de peligro no para. En realidad se produce esta enfermedad porque vivimos nuestra vida como una agresión y un peligro constante. Una situación de peligro real se produce en un momento dado y después desaparece. La respuesta del organismo es pues momentánea. En una situación vivida como de peligro y constante en nuestra vida, el organismo está impulsado a una respuesta constante con un gran deterioro de éste. 

Imagina por ejemplo que vas en coche y otro conductor adelanta mientras tú estás adelantando y hay un riesgo grave de colisión; para nuestro ejemplo al final el otro conductor se da cuenta y vuelve a su carril.  Imagina también que en tu trabajo te han comunicado que tu puesto puede estar en peligro si no rindes y llegas a los objetivos que ha planteado la empresa.  En ese momento, tu organismo responde de la siguiente manera: 

Se movilizan las defensas del organismo. Es decir hay un aumento de tu sistema inmunológico para una reacción ante una agresión hacia el cuerpo.  En el caso de tu puesto de trabajo ocurre lo mismo, sólo que no es un instante sino un periodo largo de tiempo en el que hay un aumento de actividad en él. Esto suele generar a la larga un déficit en el sistema inmunológico ya que este se resiente de tanta actividad. 

Aumenta el ritmo cardíaco ya que el corazón bombea más sangre para aportar el oxígeno necesario a los músculos para la acción ante el peligro. En el puesto de trabajo también ocurre, y el corazón empieza a latir más deprisa que lo normal durante periodos largos, produciendo a la larga cardiopatías.

Por la misma razón anterior, se contrae el bazo y se producen más cantidad de glóbulos rojos que son los encargados de oxigenar todo el cuerpo. Ante una situación alargada en el tiempo, suelen aparecer problemas de bazo. 

Se redistribuye la sangre que abandona sitios "menos importantes"como la piel o las vísceras que en ese momento no tienen mucha relevancia, para centrarse en las zonas de acción como son el cerebro, los músculos y el corazón. En situación de peligro constante ocurre que la piel no se oxigena debidamene produciéndose eccemas o sarpullidos, y la falta de irrigación de las vísceras puede producir mal funcionamiento de éstas. 

Aumenta el ritmo respiratorio. El organismo para afrontar el peligro necesita como ya he dicho mayor cantidad de oxígeno que se toma del aire y ante la actividad vertiginosa que se está produciendo, también necesita mayor expulsión del anhídrido carbónico. La respiración suele ser alta, es decir, clavicular para dar mayor aporte de oxígeno con mayor rapidez. En la situación de estrés, esta respiración se vuelve habitual. 

Aumenta la capacidad de coagulación de la sangre. Esta reacción se debe a posibles heridas al afrontar la situación de peligro. En la situación de estrés prolongado el aumento de esta capacidad hace que la sangre pierda su fluidez equilibradora en condiciones normales. 

Aumenta la secreción de las gládulas suprarrenales de adrenalina y noradrenalina que son las hormonas que hacen que todo se prepare para la acción, son las causantes de todas las reacciones anteriormente descritas. Estas dos hormonas tienen que ver con las reacciones emocionales de ira, y es por ello que aumenta la agresividad. En una situación de peligro puntual ésta sirve para la defensa, sin embargo en el estrés prolongado puede causar situaciones familiares o sociales conflictivas. 

La respuesta del organismo ante un peligro real es altamente positiva y fascinante. El problema en la enfermedad del estrés no es la respuesta sino el tiempo de respuesta. Todas estas reacciones son eficaces en periodos cortos; ante el estrés prolongado el organismo llega al agotamiento y produce todo tipo de alteraciones. 

Es pues muy necesario que la situación estresante sea trabajada percibiendo cuáles son los factores que hacen que la situación sea concebida como de peligro real para nuestra supervivencia cuando en la mayoría de los casos no lo es. Estamos tan habituados a las reacciones ante el estrés que incluso las consideramos positivas y son muy valoradas en determinados puestos de trabajo. Sin embargo, aunque la persona pueda funcionar en estas condiciones, incluso rindiendo al principio en mejor y mayor grado, a la larga aparecen disfunciones.

Consideramos en nuestra sociedad que la alta funcionabilidad depende de un grado mayor o menor de estrés. Le llamamos retos. Pero lo que se nos está olvidando es que se puede hacer lo mismo con una actitud diferente de tranquilidad y sosiego, es decir sin percibirla como peligrosa. Con esta actitud incluso lo haremos mejor porque al final en la situación estresante sólo nos movemos por el peligro que percibimos. Si no existe la percepción de peligro, la capacidad del pensamiento divergente aparece y podemos encontrar múltiples posibilidades de respuesta, sin los perjuicios para nuestra salud que el estrés nos acarrea. 

Hasta la próxima. 
Que la luz de tu corazón guíe tu camino.